Post by saskia on May 27, 2019 19:06:40 GMT 1
Abrí los ojos, parpadeé y mis pestañas salpicaron sangre sobre mi rostro. Ante mi la visión que se abría era terrible. El ángulo que observaba era un prado que surgía desde el fin de mi nariz. Lo cual me hizo comprender que estaba tirado en el suelo. Con cada pestañeo algo en el fondo de mi cabeza lanzaba puntos de luz en mi visión y descubrí que era posible tener un avispero dentro de la sesera. La diestra buscó el pomo de mi espada, pero a penas pondía moverse lo cual me hizo sospechar que debía tener una conmoción y a su vez me hizo pensar, a duras penas, que si trataba de alzarme me iría a tierra al momento. Debía hacerlo con calma, tomarme mi tiempo.
Así fue que lo primero que hice fue rodar sobre mi espalda, el mundo pareció girar conmigo y durante unos minutos todo se volvió oscuro y distante, los sonidos parecían llegar desde muy lejos y mi cuerpo, entumecido, no parecía obedecer orden alguna. En esta postura mi primer pensamiento racional volvió a ser para ella, allí, contra la yema de mis dedos, pude sentir el pomo de Mi Krieg Messer. Esto hizo que me me sintiera con más fuerza de ánimo para arrastrarme contra la roca, que posiblemente era la culpable, de haberme partido la crisma. Así fue que tras una larga pérdida de tiempo conseguí llevar mi espalda hasta ella y, cansado por el esfuerzo, pasé la mano por mi rostro tratando de secar el sudor, no era sudor lo que se deslizaba por él, era más sangre... Localicé al tacto dos heridas, una en el nacimiento del pelo y otra en la ceja, ambas eran escandalosas a la hora de manar sangre, pero, por la boga de ariete que repiqueteaba tronadora en mi cabeza, supuse que algo más grave acechaba tras el callejón oscuro. No me preocupé en demasía, no soy un necio, pero era como si supiese de antemano los efectos que traen consigo golpes de tamaña gravedad.
Habiéndome recuperado un poco, fui alzándome despacio, por tiempos, ayudándome con las manos contra el peñasco. Después la cosa no mejoró, parecío un hombre ebrio mientras caminaba, la línea recta era imposible llevarla a cabo para mis pies. Después de un tiempo, en el que traté en vano de recordar algo sobre mi, tropecé con una group de vendedores ambulantes, pregunté a la mayoría si me habían visto o me conocían y el que más y el que menos respondía con negativas o con silencios y evasivas. En mi estado hasta yo mismo hubiese actuado parecido. Dejé que mis pasos guiaran mi destino y tomaran una dirección a pesar de que yo no sabía siquiera a donde iba, pero prefería mantenerme en movimiento. Para este tipo de lesiones dicen que es bueno mantenerse despierto las primeras horas. ¿Cómo es posible, me pregunté, que pueda saber algo así y no recordar ni mi nombre?... Y surgió así, como de la nada, llegó a mi como lo hace la recompensa al esfuerzo. Jace, mi nombre era Jace. Continué caminando y, sorprendentemente, llegué a un poblado que parecía estar atestado de medianos. Es muy posible que mi herida me estuviese jugando una mala pasada, o no. Cuando por fin topé con una posada, solicité una habitación y , después de realizar mis abluciones, me eché a descansar con la esperanza de que el amanecer me trajera buenas nuevas. La alborada llegó y con ella una mayor confusión me aturdió. Tenía pequeños flashes de imágenes que parecía recordar pero no podía darles continuidad y por tanto no terminaban de significar nada para mi.
Me alcé y preparé, si algo sabía es que una frase estaba grabada a fuego desde que me desperté con la memoria a la fuga. "Practica sin descanso" Y eso hice, irme a entrenar esperando que de algún modo esto aclarase mis ideas, no fue así, seguía totalemente perdido, no sabía dónde me hallaba, apenas conocía mi nombre y pequeños detalles que, entre todos, no sumaban un recuerdo completo. Durante dos días y medio, practiqué comí y dormí sin conseguir luz, ni atraer a mi los recuerdos de mi vida. El amanecer del tercer día llegó y, tras mi entrenamiento, me dediqué a pasear por el poblado esperando a que alguien me conociese o, que algo hiciese saltar la chispa de mis recuerdos. El anochecer cabalgaba veloz hacia mi, así que fui a la posada para tomar algo de alimento y, mientras lo hacía, observaba a aquellos que se hallaban junto a mi en busca de la persona correcta que pudiera ayudarme. Desde luego ni el mediano con lepra ni su compañero el mofeta eran de mi agrado para tamaña empresa, los dos ebrios del fondo que montaban más escándalo que otra cosa menos todavía, pues aún tenía los tambores de galeotes dando mandobles dentro de mi cabeza. Había un par de mujeres o tres dedicadas a la vida disoluta, y desde luego ese no era mi estilo, al menos no lo sentía como propio ahora que me hallaba sin memoria. Hubo alguién que si atrajo mi atención, una joven dama que se encontraba junto al fuego, su porte era el adecuado y sin más dilación llamé al posadero para que hiciese un primer contacto con ella. La invitaba a a compartir la mesa y un vino conmigo. Sólo se trataba de responder algunas preguntas.
Hallábame yo esperando una negativa por parte de la mujer cuando esta se giró y me observó, intuyo, que tratando de dilucidar si era alguien de fiar o no. Parece ser que optó por lo primero porque tras un periodo breve de tiempo se alzó y se dirigió hacia la mesa. Rápidamente me puse en pie y caballeroso le aparté la silla para que tomara asiento, cosa que hizo. Me sorprendió que parecía muy risueña a pesar de no conocerme, pero supe, desde la primera pregunta, que íbamos a llevarnos bien. Aunque con las premisas incorrectas llegué a una resolución, en parte por lo que me dió a entender, correcta... sospeché que era adivina porque, apenas había empezado a contarle lo que me había sucedido cuando ella lo resumió en pocas palabras. No pude esconder mi sorpresa y ella sonrió restando importancia, me explicó que no era el único al que le había sucedido algo parecido, sin ir más lejos ella misma habia sufrido en sus carnes algo similar, sólo que donde yo dejé memoria y sangre en una roca ella apareció en el aire cayendo sobre un granero. Una suerte de portales y tormentas, dijo que llamaban al fenómeno.
No tenía por qué dudar de ella pero menos lo hice aún cuando me propuso un experimento. Me solicitó que cerrase los ojos y comenzó a describirme situaciones que pasaron por la paz y la calma hasta la sensación de opresión y más tarde alivio. Y de pronto una pregunta que respondí sin necesidad de detenerme a pensar. ¿ Cómo es la luna que ves en el cielo ? Redonda , respondí como si fuera algo obvio, a ella se le escapó una risa y a punto estuve de abrir los ojos pero me mantuve firme en el ejercicio. Luego continuó, y, guiándome tan sólo con su voz, trajo a mi un recuerdo que , desde que desperté en aquel prado no sabía que fuera mio, sin embargo ahora no tenía duda de que me pertenecía. Mi lugar de entrenamiento, esa especie de ciudadela donde mis compañeros y yo nos enfrentábamos diariamente a horas y horas de preparación y adiestramiento. Y por fin me hizo abrir los ojos. Quedé en deuda con ella, y misteriosa me dijo que no le gustaban las deudas pero que el destino estaba escrito... o algo por el estilo la verdad es que me cuesta por el momento , mantener intacta la retentiva. Finalmente me dijo algo que me dejó inmóvil durante un largo rato, en tensión... ella, como si tal cosa, me dijo que provenía de otro mundo. Tardé en asimilar esta información y le dije que eso era muy difícil de creer, por no decir imposible. Ella simplemente me dijo que saliera y observase el cielo, pronto me daría cuenta de que lo que ella decía era la simple y llana verdad. Así pues, no me entretuve, la invité a salir conmigo y dijo que prefería dar cuenta del vino, que era yo quien tenía que enfrentarme a este mundo por mi mismo, aparte de advertirme que si me dedicaba a la magia lo escondiese o que no hablase de ella pues había ciertas ciudades que veían mal dedicarse a este tipo de actividades. Le agradecí nuevamente lo que había hecho por mi, ella había dado el primer paso en pos de mi recuperación. Le deseé buena descanso y salí al ras de la noche. Lo que mis ojos vieron en el cielo era real, pero no podía digerirlo. A priori la luna parecía estar partida como si algo dentro de ella la hubiese resquebrajado. Stella Luminaris, así se llamaba la joven dama, no me había mentido, este no podía ser el mundo del que provenía, la luna era un fiel reflejo de ello.....
Así fue que lo primero que hice fue rodar sobre mi espalda, el mundo pareció girar conmigo y durante unos minutos todo se volvió oscuro y distante, los sonidos parecían llegar desde muy lejos y mi cuerpo, entumecido, no parecía obedecer orden alguna. En esta postura mi primer pensamiento racional volvió a ser para ella, allí, contra la yema de mis dedos, pude sentir el pomo de Mi Krieg Messer. Esto hizo que me me sintiera con más fuerza de ánimo para arrastrarme contra la roca, que posiblemente era la culpable, de haberme partido la crisma. Así fue que tras una larga pérdida de tiempo conseguí llevar mi espalda hasta ella y, cansado por el esfuerzo, pasé la mano por mi rostro tratando de secar el sudor, no era sudor lo que se deslizaba por él, era más sangre... Localicé al tacto dos heridas, una en el nacimiento del pelo y otra en la ceja, ambas eran escandalosas a la hora de manar sangre, pero, por la boga de ariete que repiqueteaba tronadora en mi cabeza, supuse que algo más grave acechaba tras el callejón oscuro. No me preocupé en demasía, no soy un necio, pero era como si supiese de antemano los efectos que traen consigo golpes de tamaña gravedad.
Habiéndome recuperado un poco, fui alzándome despacio, por tiempos, ayudándome con las manos contra el peñasco. Después la cosa no mejoró, parecío un hombre ebrio mientras caminaba, la línea recta era imposible llevarla a cabo para mis pies. Después de un tiempo, en el que traté en vano de recordar algo sobre mi, tropecé con una group de vendedores ambulantes, pregunté a la mayoría si me habían visto o me conocían y el que más y el que menos respondía con negativas o con silencios y evasivas. En mi estado hasta yo mismo hubiese actuado parecido. Dejé que mis pasos guiaran mi destino y tomaran una dirección a pesar de que yo no sabía siquiera a donde iba, pero prefería mantenerme en movimiento. Para este tipo de lesiones dicen que es bueno mantenerse despierto las primeras horas. ¿Cómo es posible, me pregunté, que pueda saber algo así y no recordar ni mi nombre?... Y surgió así, como de la nada, llegó a mi como lo hace la recompensa al esfuerzo. Jace, mi nombre era Jace. Continué caminando y, sorprendentemente, llegué a un poblado que parecía estar atestado de medianos. Es muy posible que mi herida me estuviese jugando una mala pasada, o no. Cuando por fin topé con una posada, solicité una habitación y , después de realizar mis abluciones, me eché a descansar con la esperanza de que el amanecer me trajera buenas nuevas. La alborada llegó y con ella una mayor confusión me aturdió. Tenía pequeños flashes de imágenes que parecía recordar pero no podía darles continuidad y por tanto no terminaban de significar nada para mi.
Me alcé y preparé, si algo sabía es que una frase estaba grabada a fuego desde que me desperté con la memoria a la fuga. "Practica sin descanso" Y eso hice, irme a entrenar esperando que de algún modo esto aclarase mis ideas, no fue así, seguía totalemente perdido, no sabía dónde me hallaba, apenas conocía mi nombre y pequeños detalles que, entre todos, no sumaban un recuerdo completo. Durante dos días y medio, practiqué comí y dormí sin conseguir luz, ni atraer a mi los recuerdos de mi vida. El amanecer del tercer día llegó y, tras mi entrenamiento, me dediqué a pasear por el poblado esperando a que alguien me conociese o, que algo hiciese saltar la chispa de mis recuerdos. El anochecer cabalgaba veloz hacia mi, así que fui a la posada para tomar algo de alimento y, mientras lo hacía, observaba a aquellos que se hallaban junto a mi en busca de la persona correcta que pudiera ayudarme. Desde luego ni el mediano con lepra ni su compañero el mofeta eran de mi agrado para tamaña empresa, los dos ebrios del fondo que montaban más escándalo que otra cosa menos todavía, pues aún tenía los tambores de galeotes dando mandobles dentro de mi cabeza. Había un par de mujeres o tres dedicadas a la vida disoluta, y desde luego ese no era mi estilo, al menos no lo sentía como propio ahora que me hallaba sin memoria. Hubo alguién que si atrajo mi atención, una joven dama que se encontraba junto al fuego, su porte era el adecuado y sin más dilación llamé al posadero para que hiciese un primer contacto con ella. La invitaba a a compartir la mesa y un vino conmigo. Sólo se trataba de responder algunas preguntas.
Hallábame yo esperando una negativa por parte de la mujer cuando esta se giró y me observó, intuyo, que tratando de dilucidar si era alguien de fiar o no. Parece ser que optó por lo primero porque tras un periodo breve de tiempo se alzó y se dirigió hacia la mesa. Rápidamente me puse en pie y caballeroso le aparté la silla para que tomara asiento, cosa que hizo. Me sorprendió que parecía muy risueña a pesar de no conocerme, pero supe, desde la primera pregunta, que íbamos a llevarnos bien. Aunque con las premisas incorrectas llegué a una resolución, en parte por lo que me dió a entender, correcta... sospeché que era adivina porque, apenas había empezado a contarle lo que me había sucedido cuando ella lo resumió en pocas palabras. No pude esconder mi sorpresa y ella sonrió restando importancia, me explicó que no era el único al que le había sucedido algo parecido, sin ir más lejos ella misma habia sufrido en sus carnes algo similar, sólo que donde yo dejé memoria y sangre en una roca ella apareció en el aire cayendo sobre un granero. Una suerte de portales y tormentas, dijo que llamaban al fenómeno.
No tenía por qué dudar de ella pero menos lo hice aún cuando me propuso un experimento. Me solicitó que cerrase los ojos y comenzó a describirme situaciones que pasaron por la paz y la calma hasta la sensación de opresión y más tarde alivio. Y de pronto una pregunta que respondí sin necesidad de detenerme a pensar. ¿ Cómo es la luna que ves en el cielo ? Redonda , respondí como si fuera algo obvio, a ella se le escapó una risa y a punto estuve de abrir los ojos pero me mantuve firme en el ejercicio. Luego continuó, y, guiándome tan sólo con su voz, trajo a mi un recuerdo que , desde que desperté en aquel prado no sabía que fuera mio, sin embargo ahora no tenía duda de que me pertenecía. Mi lugar de entrenamiento, esa especie de ciudadela donde mis compañeros y yo nos enfrentábamos diariamente a horas y horas de preparación y adiestramiento. Y por fin me hizo abrir los ojos. Quedé en deuda con ella, y misteriosa me dijo que no le gustaban las deudas pero que el destino estaba escrito... o algo por el estilo la verdad es que me cuesta por el momento , mantener intacta la retentiva. Finalmente me dijo algo que me dejó inmóvil durante un largo rato, en tensión... ella, como si tal cosa, me dijo que provenía de otro mundo. Tardé en asimilar esta información y le dije que eso era muy difícil de creer, por no decir imposible. Ella simplemente me dijo que saliera y observase el cielo, pronto me daría cuenta de que lo que ella decía era la simple y llana verdad. Así pues, no me entretuve, la invité a salir conmigo y dijo que prefería dar cuenta del vino, que era yo quien tenía que enfrentarme a este mundo por mi mismo, aparte de advertirme que si me dedicaba a la magia lo escondiese o que no hablase de ella pues había ciertas ciudades que veían mal dedicarse a este tipo de actividades. Le agradecí nuevamente lo que había hecho por mi, ella había dado el primer paso en pos de mi recuperación. Le deseé buena descanso y salí al ras de la noche. Lo que mis ojos vieron en el cielo era real, pero no podía digerirlo. A priori la luna parecía estar partida como si algo dentro de ella la hubiese resquebrajado. Stella Luminaris, así se llamaba la joven dama, no me había mentido, este no podía ser el mundo del que provenía, la luna era un fiel reflejo de ello.....