Post by Lion on Apr 11, 2021 20:10:38 GMT 1
El calor en la herrería resulta casi insoportable, las gotas de sudor parecen evaporarse incluso antes de tocar el suelo y el aire esta tan cargado que arde al respirarlo dificultando el trabajo. El crujir de la madera al ser devorada por las llamas es lo único que se escucha en estos momentos, silenciando incluso la pesada respiración de los herreros presentes que parecen tomarse este primer uso de la forja casi como un ritual sagrado.
Utilizando unas enormes tenazas de acero Karpath toma el recipiente en el cual se fundió el hierro y vierte el contenido sobre unos moldes de arena para que el metal tome la forma de una espada dejándolo enfriar mientras el horno de temple calienta.
El herrero pasa el tiempo en silencio mirando fijamente la espada bruta enfriarse pensando en cómo tallarla, en como decorar la nueva arma que servirá de insignia de lo que es capaz de crear para ganarse el respeto del resto de herreros. Sus ojos apenas son capaces de separarse de la fruta espada mientras sus manos están dedicadas a la empuñadura ajustando los últimos retales de cuero.
Con una extraña delicadeza saca la hoja del arma del molde de arena deslizando los dedos de su diestra sobre la hoja aun roma, sus ojos resplandecen por el refulgir del fuego antes de someter una vez más la espada al intenso calor de las llamas que la preparan para el temple del acero.
Desde el interior del cuartel de los Ratels se escucha el sonido del golpear de los metales a cada impacto del martillo sobre el candente metal. La rudeza de la espada empieza a tomar la forma de un arma mortal golpe tras golpe. Los restos sobrantes del metal caen al suelo entre las chispas que provocan los martillazos del herrero que parecen haberse acompasado con la respiración de Karpath.
Una enorme nube de vapor se libera al introducir la hoja en aceite frio dejando la espada lista para ser afilada. Un torno con una enorme piedra de agua empieza a girar a gran velocidad al accionarse con un pequeño pedal que va dándole un temible filo a la espada. Cuando el arma ha sido limpiada de impurezas se empieza con el proceso de pulido para darle brillo a la hoja terminando esta con un brillo casi cegador cuando la luz de la forja aun encendida inciden en ella.
La espada reposa sobre la mesa de tallado junto a una botella de un raro y exótico vino procedente de algún lugar lejano. Un pequeño pincel reposa en la mesa de tallado junto a unos pequeños frascos de pintura negra. Las ásperas manos del herrero pasan a convertirse en las finas manos de un artista durante un momento mientras dibuja sobre la hoja del arma.
“RATELS, que los dioses guarden a Leopold y a todos los hermanos caídos en Talar”
El sonido del ácido derramándose sobre la hoja de acero parece atacar al metal durante unos segundos antes de que Karpath retire el exceso con un paño empapado en aceite. Dejando así la inscripción brillante sobre un fondo mate. El primer arma forjado en la herrería de los Ratels descansa ahora en la entrada de los barracones de los pepumecas.
Utilizando unas enormes tenazas de acero Karpath toma el recipiente en el cual se fundió el hierro y vierte el contenido sobre unos moldes de arena para que el metal tome la forma de una espada dejándolo enfriar mientras el horno de temple calienta.
El herrero pasa el tiempo en silencio mirando fijamente la espada bruta enfriarse pensando en cómo tallarla, en como decorar la nueva arma que servirá de insignia de lo que es capaz de crear para ganarse el respeto del resto de herreros. Sus ojos apenas son capaces de separarse de la fruta espada mientras sus manos están dedicadas a la empuñadura ajustando los últimos retales de cuero.
Con una extraña delicadeza saca la hoja del arma del molde de arena deslizando los dedos de su diestra sobre la hoja aun roma, sus ojos resplandecen por el refulgir del fuego antes de someter una vez más la espada al intenso calor de las llamas que la preparan para el temple del acero.
Desde el interior del cuartel de los Ratels se escucha el sonido del golpear de los metales a cada impacto del martillo sobre el candente metal. La rudeza de la espada empieza a tomar la forma de un arma mortal golpe tras golpe. Los restos sobrantes del metal caen al suelo entre las chispas que provocan los martillazos del herrero que parecen haberse acompasado con la respiración de Karpath.
Una enorme nube de vapor se libera al introducir la hoja en aceite frio dejando la espada lista para ser afilada. Un torno con una enorme piedra de agua empieza a girar a gran velocidad al accionarse con un pequeño pedal que va dándole un temible filo a la espada. Cuando el arma ha sido limpiada de impurezas se empieza con el proceso de pulido para darle brillo a la hoja terminando esta con un brillo casi cegador cuando la luz de la forja aun encendida inciden en ella.
La espada reposa sobre la mesa de tallado junto a una botella de un raro y exótico vino procedente de algún lugar lejano. Un pequeño pincel reposa en la mesa de tallado junto a unos pequeños frascos de pintura negra. Las ásperas manos del herrero pasan a convertirse en las finas manos de un artista durante un momento mientras dibuja sobre la hoja del arma.
“RATELS, que los dioses guarden a Leopold y a todos los hermanos caídos en Talar”
El sonido del ácido derramándose sobre la hoja de acero parece atacar al metal durante unos segundos antes de que Karpath retire el exceso con un paño empapado en aceite. Dejando así la inscripción brillante sobre un fondo mate. El primer arma forjado en la herrería de los Ratels descansa ahora en la entrada de los barracones de los pepumecas.