Los problemas en las distintas regiones parecen ir y venir, como una marea que crece y decrece. Tras la guerra, las debilitadas fuerzas del Reino lidiaban con los disidentes llamados a sí mismos “libres” lo cierto era que las ciudades y la Reina misma se guardaban muchos ases bajo la manga, mientras los llamados héroes directa o indirectamente lidiaban con los problemas, fuese como fuere, la tranquilidad y la paz había llegado a los Ducados de Bayas Rathu, el Cruce y Klenth, mientras muchos de los disidentes huían al sur de la península o eran exiliados al bosque. Pero los libres no eran el único problema con el que lidiar, pues mientras estos ocuparon los terrenos salvajes de la región, muchas bestias infectas, no muertos perdidos y otras criaturas aprovecharon para campar a sus anchas o refugiarse peligrosamente en bosques, minas y otras grutas. Con este conocimiento y con el fin de proteger las tierras, pero sin prescindir de los ejércitos que cuidaban las zonas más civilizadas. Se hizo un llamado desde el Condado de Vretne, por parte de la conocida Casa Reinhardt a los diferentes aventureros, espadas de alquiler y otros más valientes para afrontar distintos retos y misiones a lo largo de las provincias. Las almas ávidas de poder y dinero esperarían en la posada del Condado de Vretne, hasta que un enviado del señor les convocara para darles los detalles de lo que se llamó “La Gran Cacería”

  La información dada decía que las recompensas serian en oro, prestigio y que habría una recompensa especial. Mucho se decía y se especulaba de que el Conde patrocinara este tipo de eventos, pero algunas lenguas decían que en realidad era iniciativa de la propia Condesa.