Tarinna se dirige a todas las casas del pueblo y les pregunta si tienen comida en mal estado. De ser así, le pide que se la traigan toda a la capilla, donde será pesada y purificada con el resto. El mismo peso en comida lista para consumir será devuelto a cada uno. Les invita a unirse a los rezos para evitar hambrunas. 

Seguidamente, se dirige al portavoz del pueblo. Le indica que teme que estos viajeros sean el preludio de problemas y le sugiere formar una suerte de milicia en la aldea, formando a los aldeanos para que sepan defenderse. Igualmente le sugiere hacer ciertas reformas para protegerse en caso de ataque y proteger a niños y ancianos (pues en su mente, las chicas también son guerreras). 

Una noche de luna llena, Tarinna congrega a toda su familia. Han hablado largo y tendido al respecto de todo lo ocurrido y deciden hacer algo que no habían hecho hace mucho tiempo. Tras hacer las Sagradas Abluciones y purificar sus cuerpos y sus mentes durante toda la tarde, elevaron un rezo a la Diosa Trina, a la faz de Sehanine Lunarco, pues no existen secretos bajo la luz de la luna, y, tras los ritos apropiados en busca de orientación divina (esfera 0), Tarinna comulgó con su deidad buscando un presagio de peligro (esfera 1) o de paz. 

Tarinna y su familia van preparando los entierros y llamando a los familiares de los fallecidos para una misa de despedida y el acto del entierro en si.

Por lo demás, van aprovechando para convocar a todo el pueblo en un sitio donde quepan todos (capilla o taberna) para hacer una junta. Aprovechan para ir llamando a la tranquilidad y la calma, a desquitarse de todo prejuicio y pensar en la supervivencia de la comunidad.

// Pdta.: En ningún momento ha buscado Tarinna instaurarse como líder. Un abrazo. //

Debido a problemas de horarios de algunos jugadores y ya que se ha separado el grupo voy a mover una de las fechas de partidas semanales para ajustar.

Las fechas serían:

-Todos los miercoles por la tarde 18:00 en adelante (como antes) para el grupo que sigue en el pueblo.

-Todos los sábados por la noche para los que se fueron ya y andan por otros lares (a este grupo se podrá sumir Spin por encajar con sus horarios).

Durante un par de días, Tarinna propone seguir al grupo en la distancia y ver cómo se comportan, que no se coman entre ellos, que no haya abusos o violencia constante, que no vayan dejando un reguero de cadaveres tras de si.

Tarinna sigue rezando a Angharradh como de costumbre y sigue cuidando del grupo, intentando superar el trauma.

ATENCIÓN: PEGI +18. Abstente de leerlo si no eres mayor de edad. 

Pincha aquí para escuchar música

Tarinna observa al grupo por dentro, ayuda a quien lo necesite, compartiendo siempre plegarias a Angharradh a quien achaca que hayan llegado todos hasta aquí. Tarinna se coloca al final del grupo para asegurarse que nadie se queda atrás.

Si alguien necesita apoyo para caminar, le ayuda. Si alguien necesita consuelo, le consuela. A quien necesite un abrazo, le abraza, y a quien tan solo quiera expresar sus sentimientos, le escucha. A los heridos los cura y a los que quieran aprender a luchar, les enseña. Tarinna incluso se quita parte de sus raciones de comida, si es que las tiene, para ayudar a quien lo necesite.

Siempre acompañada de una plegaria a la Diosa Trina, a la que es Uno y es Tres, Tarinna intenta dar las mayores posibilidades de supervivencia a este grupo.

Las visiones/sueños sobre los traumáticos recuerdos de la guerra la llenan de duda ahora que están en un entorno relativamente más seguro. Es entonces cuando el dogma de eterna vigilancia de la Diosa Trina le pone de nuevo en alerta, aunque con un gesto cansado y desolado que ya difícilmente disimula.

La llegada a la aldea es desoladora. Sus sospechas se confirman dándose cuenta de que se ha equivocado en todo, pero peor aún es cuando encuentra a los niños, pues al ver la aldea desolada, ya se imaginó directamente a su familia igual de muerta.

Tarinna cae de rodillas ante los cuerpos de los infantes en las ruinas de la capilla. Golpea el suelo con frustración y un desgarrador grito de dolor escapa de su reseca garganta. Como si de un momento sagrado de Shevarash o Valdria se tratase, Tarinna rompe a llorar durante un largo rato con una fuerza que apenas le permite coger aire.

Su cabeza, un raudal de ideas y pensamientos sin cauce, se desborda en auténtica ansiedad mientras parece que le falta el aire. Quizás sea que algún familiar acuda a consolarla, más no puede otra cosa que permanecer en el suelo como el cervatillo desnudo y recién nacido. Todo fue un equivoco. Todo fue una mala elección.

Sus ojos del color de la amatista centellean cuando ve una estaca de madera cercana que parece no haber sido pasto de las llamas. Quizás una imagen mesiánica, quizás un mensaje. Tarinna observa la estaca y su vívida imaginación se encarga del resto.

Propulsada por un torrente de emociones con siglos de aprendizaje a sus espaldas, vuelve a imaginar la muerte de todos aquellos que la acompañaron. Las ultimas imágenes de un terror indescriptible. La disolución de las carnes. El dolor infinito e imposible de una muerte atroz.

Tarina se lleva las manos al estomago y una convulsión recorre su cuerpo mientras vomita, pero su constante falta de aire hace llevar la bilis a los pulmones y comienza a ahogarse. Tose. Se retuerce presa de un ardor que la quema con cada bocanada de aire. 

Finalmente, Tarinna, cae agotada al suelo, ladenado su cabeza hacia la estaca de madera. ¿Qué debía hacer? ¿qué sentido tenía seguir adelante con semejante carga a sus espaldas? ¿no sería mejor quitarse de en medio? ¿qué bien había traído en nombre de Angharradh a esta gente? 

Tarinna acercó la mano hacia la estaca, acariciándola con sus suaves y cada vez más delgados dedos. Intenó asirla y. tras un leve forcejeo, la sostuvo sobre su cara con lso brazos pleanemente extendidos. Afilada, aguda, en un ángulo tal que parecía una lanza. La misma lanza propia de los gentiles, de los quirites. La misma lanza, sagrada arma de Angharradh. 

Durante largo rato Tarinna miró ensimismada la estaca. Tan apenas un hilo de pensamiento afloraba en su mente agotada. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? Desvió sus ojos hacia la luna, pues no hay secretos bajo de ella para Sehanine Lunarco, uno de los aspects de Angharradh. 

Su visión se nubló durante un momento y la estaca se propulsó con la fuerza de todos sus brazos contra su ojo. El dolor parecía indescriptible mientras el globo ocular estallaba, los humores y la sangre manchaban todo su rostro, ahora destrozado y siempre incógnito. "Estoy tan cansada..." pensó derrotada. Se convulsionó un par de veces hasta quedar inerte, fría... un alimento más de aquellos insectos que lo disolvían todo. Otra víctma más en el olvido... Olvidada de sus amigos.... Olvidada de su familia... Olvidada de Angarradh. Olvidada de sus fallos, de sus fracasos... Olvidada... Olvidada. 

Poco a poco acabó disolviendose y la imagen volvió a ser nítida. Tarinna observó la estaca frente su cara. Seguía apuntándola amenazadora. Quizás ni siquiera valía para eso. Era tan desolador saber que no vales para nada, que hagas lo que hagas, siempre estará mal. Nunca será suficiente. Es futil todo esfuerzo. Es absurdo todo lamento. La vida solo es un gris uniforme que estamos por el que estamos condenados a caminar... agachados... cabizbajos... encorvados mientras el mundo nos castiga con sus miserias, con su injusticia irracional. Marginados sin remedio para una vida peor, sola, fría... 

Giró entonces la cabeza un momento, mostrando así su delgado cuello de cisne, y propulsó la estaca contra el lateral de su cuello. Un grito ahogado y gorgogeante se escapó de su boca mientras, poco a poco, se sentía más cansada... Un doloroso sueño que no tardó en llegar. Una quietud insondable y aséptica en la que nada ocurre, ni se siente, ni se percibe. Tarinna dijo adiós al calor de la lumbre junto a sus seres queridos, a las risas en la campiña verde y a los baños en las aguas del río que atravesaba Ooblund. Ya nunca volvería a escuchar la voz de sus padres ni hermanos. Nunca volvería a sentir la cariñosa mano de su madre rozando su mejilla, ni el alegre griterío de los niños por la capilla. Tan solo podía imaginar el dolor que le produciría a su madre saber que su hija era un fracaso, que aquella chiquilla tocada por su ascendencia celestial, tan llena de sueños y rebosante de ideas, tan dispuesta a cambiar el mundo y hacer de él algo mejor, se había probado ser solo una estúpida, un fraude, un fracaso... Una impostora. Un tronco hueco con la elasticidad de la caña verde, deformada y débil por la inclemencia de un mundo sucio. Un producto contaminado e insignificante del que solo merecía la pena olvidarse.

Su linaje acabaría en ella. Todos serian olvidados. El trabajo de sus vidas a la basura por su culpa. Todo disuelto por su incapacidad, por sus elecciones equivocadas.... Tarinna pasó a ser nada. Lo que nunca debió dejar de pretender ser. Porque mientras no fuese nada ni nadie, no cargaría con haberle fallado a todos los que la rodeaban. Así, Tarinna se rindió al indescriptible sueño de la muerte... A la cobardía del olvido. A la vergüenza de la mediocridad. Ella era inferior entre inferiores. Ella no era nada. Tan solo basura.



Consternada y abatida, Tarinna abrió los ojos sin saber muy bien qué había pasado. Enfocó la mirada viendo un montón de cadáveres quemados en el suelo, llevándose una mano al pecho, sintió como si algo le apretara el corazón y su garganta se contrajo con la fuerza de un sollozo ahogado. Miró horrorizada a su alrededor y se tocó el cuello, luego el ojo. Todo parecía estar en su sitio. Miró otra vez a su alrededor muy desorientada, buscando la estaca que cada vez menos recordaba pero no la encontró. Fue entonces cuando la invadió la zozobra de no saber qué está pasando. De perder el control. La misma sensación que la invadió en la batalla. El aire parecía faltarle mientras boqueaba como un pez fuera del agua.

¡Por la diosa!

¡¿Qué clase de enfermedad es esta?!

¡Débil!

¡Débil!

¡Débil! 

¡Eres un fraude Tarinna! ¡No vales para nada! 

¡Fraude! ¡Fraude! ¡Fraude!

Tarinna se llevó las manos a la cabeza tirándose del pelo como si le fuese a estallar. No tenía claro si quería que sus sesos se mantuvieran dentro o saltaran por los aires.

Buscó desaforada un lugar donde calmar su mente. La cabeza le ardía. Le daba todo vueltas. ¡Débil! ¡Inútil!

Tarinna corrió hasta caer de rodillas a la orilla del río. Sumergió la cabeza sin dudarlo en el agua. Poco tardó en empezar a ahogarse hasta que no pudo más y, empapada, de forma brusca y visceral, se apartó del río cayendo de espaldas entre las cañas carbonizadas y los pocos brotes que se atrevían a germinar en aquella tierra inclemente. 

Un crujido. Un sonido de susto cercano. Giro la cabeza bruscamente para encarar el peligro y vió a un niño que la miraba medio escondido. Sus miradas se encontraron ambas llenas de terror. Durante un rato, ninguno de los dos se movió. El tiempo parecía haberse congelado entorno a ellos tan solo interrumpido por una brizna de aire que les hizo recordar la ceniza que les rodeaba. Tarinna, con sus sentidos totalmente embotados por las emociones vividas, tan solo acertó a escuchar una voz que decía "¿Quieres ser mi mami?" y una sensación recorrió todo su cuerpo de la cabeza a los pies. Un estimulo revitalizante y eléctrico que le impulsó a sonreír con amargura y abrir los brazos hacia el infante. Un estimuló que la forzó a seguir adelante. A recordar las palabras de su padre "Nunca te apartes ni te entregues  junto al camino. Nunca digas "no puedo más y aquí me quedo"" (*)

Él avanzó. Ella se inclinó hacia adelante. Ambos se fundieron en un sentido abrazo cuya calidez era más abrasadora que el incendio forestal, el sol y las estrellas

Puede que Tarinna lo hubiese perdido todo. Puede que no supiese qué hacer para recuperar sus poderes, pero si en medio de esta destrucción, de esta barbarie sin sentido, aun había amor, aun había inocencia, cada gota de sudor, cada segundo de sufrimiento, merecerá la pena aunque sea por salvar lo poco bueno que quede en este mundo. Algún día, en algún momento, Tarinna se reencontraría con Angharradh. Mientras tanto, seguiría haciendo lo que siempre ha hecho: proteger a la comunidad en una vigilancia eterna, defenderlos con la fiereza de la tormenta, guiarlos bajo la luz de la luna y enseñarles a amarse con el corazón en la mano. Ese era el camino de Angharradh. Ese era su camino. 

Tarinna cogió al infante de la mano. Se pusó en pie secándose las lágrimas de su sucio rostro. Su aspecto, similar al de una banshee por los surcos en el mismo y la negrura de su tez, se enfrentó a los cadáveres. En aquella pequeña capilla desolada, de aquel pequeño pueblo destruido, Tarinna enseño al chico las oraciones para un pasaje al otro mundo. Rezó recordando todos los nombres de los caídos y enterró a todos los que pudo. Mientras ella viviera, ellos no serían olvidados. 

//Tarinna intentará dar unas dignas exequias a todos. Los enterrará si puede, si no, echará un puñado de tierra sobre cada uno de ellos mientras reza (es lo mínimo ritual que puede hacerse). Durante el máximo rato que pueda dedicar a esto, rezará por todos y cada uno (individualmente considerados) de todos los aldeanos y caídos bajo su guía. 

//Nota del escritor: Tarinna no sabe lo que es soñar. Nadie se lo ha explicado. 

// (*) Versos de Palabras para Julia, de Jose Agustín Goytisolo. Puedes escuchar la grabación del poema por el propio autor en el siguiente enlace: youtu.be/9LXugbHRvUg?si=UtICzFbbDEF3JIV-

-Tras la elección de alejarse todo lo posible de los horrores vistos en el este, el caos y la destrucción previos que se han desatado y un futuro incierto rodeado de muerte y drama por doquier... los 3 elfos Es'Landzi acompañados por el niño recién encontrado marcharon del lugar para no volver más tras dar sepultura a los muertos... y dejando atrás esta vez sin dar "muerte misericordiosa" al aldeano catatónico que no respondía a los repetidos esfuerzos de dos días de Tarinna por hacerle moverse o al menos beber agua.

-La marcha hacia el oeste fue en general sin mucha novedad, visto los controles fronterizos este pequeño grupo optó por dirigirse al norte además del oeste atravesando lugares salvajes y campestres. Esto llevo al grupo casi a su muerte cuando tras varios días después de bajar las montañas... un avistamiento crítico les hizo retroceder inmediatamente de un encuentro casi efectuado con una especie de enorme ser oso monstruoso de alguna clase.

-Sin desanimarse por este nuevo encuentro de muerte casi asegurada y una vez más evitando por los pelos el fin de los últimos miembros supervivientes de la Casa Es'Landzi... dos largas semanas de viaje ininterrumpido por zonas ahora más civilizadas, antes de que llegara la mayor parte de los posteriores refugiados, permitió finalmente la llegada a la costa oeste... (sin saber que incluso adelantaron al final a los otros escasos supervivientes de la aldea que en esos momentos empezaban su marcha hacia la costa junto a un grupo de feriantes.)

-La llegada a una pequeña ciudad costera portuaria antes de la llegada de las grandes oleadas del resto de refugiados y las noticas del desastre que iba devorando el continente desde el este.... permitió la posibilidad de embarque pagando caros pasajes a una isla que aunque relativamente cerca del continente, ponía ya mar de por medio... a cambio de vender una preciada ballesta-reliquia familiar en un mercado cercano a los muelles.

ACTO II



El continente del Viejo Mundo ya no existe. Todo empezó con informes y testimonios ahora perdidos que apuntaban sobre un surgimiento de criaturas monstruosas hacia las islas cercanas a la parte este del continente. En apenas unos pocos meses esos avistamientos se convirtieron en una plaga que se avalanzó sobre las costas orientales del continente. Las carnívoras criaturas del tamaño de personas pero con apariencia de insectos que escupían ácido y devoraban con sus poderosas garras y mandíbulas todo lo qeu cayera a su alcance se propagaron por doquier, alimentándose de lo que encontraban ya fueran; animales salvajes o de granja, personas e incluso otros tipos de monstruos. Nada estaba a salvo de la inmesiricordia y enorme ferocidad de dichos seres.. así de como sus inacabables números.

Los Reinos del Viejo Mundo, no preparados para algo así, fallaron en sus intentos de frenar y controlar la expansión de los seres al este. Apenas lo que tardaban en llegar noticias de avistamientos de dichos seres en una región, dichos seres ya se estaban multiplicando por toda la zona y expandiéndose más allá. Las maneras convencionales de hacer la guerra a dicha invasión no valían contra tales números y velocidad. En apenas 1 año la mayor parte del Viejo Mundo había sido devorado en un frenesí de caos, anarquía, masas de gente siendo devorada, persecuciones de los supervivientes, muerte y ruina con más de esos seres en lugares cada vez más alejados.

Solo aquellos que embarcaron en navíos e izaban velas hacia los mares buscando refugio antes de que la plaga de monstruos alcanzaran sus ciudades pudieron salir de las garras de la muerte y contar las trágicas historias de destrucción apocaliptica que había devorado; las viejas naciones, sus campos de agricultura, su ganadería, sus talleres, sus factorias, sus culturas, sus historias sus innovaciones tecnológicas, sus pueblos, sus ciudades y sobre todo a su gente.

De aquellos que consiguieron embarcar en navíos grandes pudieron zarpar hacia zonas más seguras del mundo, ya que con el paso de los meses no había montaña o puerto fuera del alcance de la llegada de esas criaturas como pudieron comprobar con horror muchos de los marinos y pescadores que zarparon en sus pequeños navíos e intentaron huir por la costa. Fueron estos refugiados que diseminaron por los archipiélagos del Oceano Interior y el salvaje Nuevo Mundo sobre lo sucedido a modo de advertencia para otros.

Conforme las noticas se esparcieron por el resto del mundo algunas expediciones fueron enviadas hacia las costas del Viejo Mundo en búsqueda de supervivientes, tesoros y conocimientos sobre esos peligrosos nuevos seres perdidos. Muchas de esas expediciones jamás regresaron y las que lo hicieron relataban el terror de la muerte que esos seres portaban para los incautos allá donde se acercaran a tierra. Se dice que durante unos pocos meses más algunos pequeños navíos destartalados abarrotados de gente malnutrida y deshidratada consiguieron llegar a las islas procedentes del continente, los últimos supervivientes de otros muchos que seguramente se perdieron y murieron en los mares desesperados por escapar de la pesadilla.

El tiempo pasó y los meses se hicieron años, siendo el Nuevo Mundo con sus numerosas tribus ferales semihumanas viviendo en sus selvas las salvajes y peligrosas tierras que siempre fueron desde su descubrimiento, con los únicos retazos de civilización superviviente en las colonias de sus costas y en las islas del Oceano Interior. Con el paso del tiempo los supervivientes huidos se esparcieron por las colonias del Nuevo Mundo para intentar rehacer sus vidas y ahogar los horrendos recuerdos pasados.

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Y sin embargo el horror no acabó tras consumirse el Viejo Mundo. Varios años después marinos y exploradores empezaron a hablar de monstruos aún más extraños divisados en la lejanía, relatos sacados de la mente de los locos. Por ejemplo la de inmensas bolas de carne flotantes rodantes que escupían esos seres en proximidad a los navíos, la de masas de esos monstruos mordiendose entre ellas y flotando como enormes balsas por las corrientes oceánicas. Seres buceadores que aparecían por sorpresa de los mares empalando a victimas descuidadas, e incluso enormes seres monstruos voladores que iban escupiendo más de esas criaturas como si llovieran del cielo cuando pasaban sobre tierra firme. Era pues solo cuestión de tiempo de que la pesadilla se expandiera a través de las aguas.

Con las criaturas cada vez más especializadas en expandirse, una a una las islas y archipielagos eran alcanzados, infectados y luego devorados. Solo aquellos que marchaban cuanto antes de tales lugares conseguían a veces sobrevivir si no eran atrapados en su huida en las cercanías de dichas islas.

Solo requirió un total de 5 años para que se perdiera contacto con todos los archipiélagos del Oceano Interior y los rumores volaban sobre si esos seres conseguirían llegar al Nuevo Mundo o no, la mayoría daba por hecho que sería cuestion solo de tiempo.

Asi fue efectivamente cuando apenas 9 años tras el primer avistamiento en el Viejo Mundo, los primeros focos de expansión de esos seres se hicieron notar el el Nuevo Mundo. Y sin embargo el Nuevo Mundo no se dejaría consumir sin luchar.

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Habiéndose perdido la inmensa mayor parte de talleres, industrias, ingenieros, mecánicos, maravillosos dispositivos y población en el Viejo Mundo, los colonos aprendieron de los "salvajes" del Nuevo Mundo sobre ampliar los conocimientos y capacidades del arte de la lucha contra seres monstruosos y del poder mágico. Con años de preparación para cuando llegara el día, los ejércitos de las colonias, aunque mucho más pequeños y reducidos, disponían de poderosos guerreros, magos, clérigos y otros dispuestos a luchar contra las hordas y enjambres de los nocivos monstruos que asolaban el mundo.

Cuando se dieron los primeros avistamientos de crías exploradoras en algunos puntos del continente, las tribus más cercanas de humanos, elfos y enanos, apoyados por las colonias del lugar y dando uso a sus recién establecidos poderes y capacidades enviaron a sus luchadores a erradicar los puntos de desembarco de dichos seres antes que se extendieran. Por un tiempo esto pareció funcionar y el avance de los seres se frenó en múltiples ocasiones con el sacrificio de muchos valerosos individuos, ejércitos locales y milicas enteras aniquiladas en el proceso de mantener a los seres monstruosos fuera de tierras y costas del Nuevo Mundo.

Pero era cuestión de tiempo de que lo inevitable empezara a imponerse por encima de la voluntad y capacidades de los últimos cientos de miles de personas que quedaban en el mundo repartidas por el último continente. Recientemente se ha sabido que faltando suficientes fuerzas para contrarrestar la llegada de los seres, estos han empezado a infiltrarse, multiplicarse y empezar a ir invadiendo a gran velocidad zonas enteras del último continente no consumido.

11 años en total desde los primeros conflictos y avistamientos para que el Nuevo Mundo empiece el camino irreversible de invasión y colapso con rumores sobre zonas invadidas, muertes y horror en los lugares más inesperados. Se habla de lucha, se habla de resistencia, los individuos con más poder que quedan en el mundo se lanzan en campañas de ataque vengativo y exterminación de esos seres pero por muchos que maten, por provincias de jungla que se incineren nunca es bastante. Mientras tanto héroes y aventureros más novicios se centran en intentar mover y evacuar las poblaciones que pueden en dirección contraria a las invasiones en últimos futiles intentos de retrasar lo que no puede ser detenido. Soldados y héroes muriendo en las junglas, en las costas, en navios luchando por mantener rutas de escape abiertas a zonas del Nuevo Mundo que no estén aún invadidas.