Las Pruebas de Kord.



La mente indómita.

Caos.





Urallya, también llamada Boca Negra, vivía en una destartalada cabaña en lo mas profundo del bosque.

Sus ojos pequeños, de enorme pupila negra, párpados pellejudos y arrugados, fijaron su atención en la polvorienta cortina hacha de caparazones de insecto que hacía las veces de puerta para acceder al refugio.

Axel entró apartando las carcasas vacías de escarabajo, araña y demás sabandijas que colgaban del marco de la puerta sujetadas por intestinos secos a modo de cortina.

La anciana saludó al visitante, pronunciando lentamente las palabras que dibujaban de forma grotesca esos labios cuarteados y ennegrecidos, con una aureola morada, muy entumecida, que cubría prácticamente la totalidad de su picuda mandíbula.

El bárbaro tomó asiento frente a la bruja, esperando a escuchar sus augurios. Ya había sido prevenido de sus oscuras artes. Aunque no totalmente, desconociendo el peligro real de esa prueba que los Cultistas de Kord le habían impuesto.

Por cada augurio, Boca Negra buscaría la forma de manipular al visitante, hasta llevarlo a una demencia insoportable que le haría desear abandonar este mundo.

Por cada victima que se quitara la vida, Urallya recibía unas pocas estaciones mas de existencia. Ese era el pacto con las oscuras entidades con las que trataba.

Tras varias preguntas y respuestas ambiguas, expresamente retorcidas, la bruja decidió que ya había debilitado al adepto de Kord lo suficiente como para hurgar en su mente y empujarlo así a la desesperación.

Lo que vio, en lo mas profundo de la mente de Axel hizo gritar horrorizada a Boca Negra, su propia muerte, decapitada por el bárbaro con el filo de la enorme Claymore.

Al intentar impedirlo supo que ya era tarde, pues su visión no era tal, sino la realidad superpuesta al augurio fruto de una mente determinada y violenta, sin matices, sin distracciones o inseguridades.

Un Sacerdote de Kord debe mantener su mente siempre agitada, siempre dispuesta a combatir, indomable. Pues Kord bien conoce las artes de su propia madre Syrul, la guardiana de las mentiras.



Rabia salvaje.

Furia.



El brazo izquierdo de Axel presentaba múltiples y profundas heridas, arañazos y mordiscos de algún tipo de animal.

El Bárbaro había pasado varias jornadas acampado en la ladera de la montaña, realizando las tareas que le habían encomendado.

Se dedicaba a rastrear las guaridas de tejones, wolverinas y comadrejas. Al encontrar una madriguera, metía allí el brazo, hasta que las bestias le atacaban, sin apenas poder defenderse de los mordiscos y zarpazos.

Cuando Axel sintió en su interior que era el momento, rastreó las pesadas huellas y zarpazos en las cortezas arbóreas que había dejado el oso dominante de ese territorio, un enorme macho pardo.

El oso olió al bárbaro y salió de la cueva enfurecido, alzándose sobre sus poderosos cuartos traseros y rugiendo.

No era el único que rugía. Axel berreaba como un poseso, dispuesto a enfrentar al oso con sus propias manos, con la boca llena de espuma rojiza fruto de las enfermedades transmitidas por los animales a los que habia estado dejando que le mordiesen, la rabia natural pero enfermiza sería la perdición de cualquiera, pero no para un Sacerdote de Kord, el invencible.

Fue una lucha larga, dura, cruel y sangrienta. Si no fuera por las curaciones aplicadas por los Cultistas, Axel a día de hoy estaría muerto, como el enorme oso.





Trabajo duro.

Fuerza.



Treinta rocas de tu mismo tamaño o mas. Eso le habían encomendado subir a Axel hasta el punto mas alto de la montaña.

El bárbaro subía por el angosto sendero, con los amarres de cuero sujetos al pecho, con el arnés atado mediante varias cuerdas a la enorme roca que arrastraba montaña arriba.

Treinta viajes, sin poder permitirse el descanso.

En un par de ocasiones la roca que arrastraba se deslizó por el barranco junto al sendero, teniendo que soportar el peso agarrado a cualquier tronco cercano, que por suerte encontró a mano.

Luego debía subir la roca, tirando de la cuerda, y seguir...

Puede que Kord mandara algún tipo de ayuda a Axel, pues esa tarea inhumana no podría haberse realizado de otro modo.





El Puente de la Fortuna.

Suerte.





Cruzar el Puente de la Fortuna no era tarea sencilla.

De pico a pico de las dos montañas mas altas de la cordillera, este puente sujeto con cuerdas desde un tiempo inmemorial, armado con húmedos y quebradizos tablones de madera, suponía un reto para cualquier aspirante a Sacerdote de Kord.

En ambos extremos del puente había una pasarela de roca tallada en forma de eslabones, como una cadena de piedra a los que la parte central, de madera y cuerdas se ataban.
Axel se agarraba a las cuerdas cuando el puente se volteaba con el viento o su propio peso, quedando colgado durante largos periodos, bajo las inclemencias del tiempo que azota en las alturas.

Los tablones se rompían, la escarcha y aguanieve lo hacía todo resbaladizo, era prácticamente imposible encontrar un punto de agarre que durara mas de unos segundos.

Mientras el aspirante cruzaba como podía, varios voluntarios de los Clanes locales lazaban piedras con sus hondas desde ambos extremos del puente.

Axel podía divisar las ruinas al otro extremo, coronando el pico de la montaña nevada frente a el. Un antiguo Templo olvidado que ahora había sido consagrado en Honor a Kord el Invencible por los Sacerdotes del Culto.
Cruzar es sin duda una experiencia que curte a cualquiera, otros terrenos y situaciones se tornaron mas sencillas en comparación.
Sin duda la gracia de Kord fue concedida para usarla en la Batalla.


Las Rocas del coraje.

Bien.



A los pies de la montaña, bajo el profundo barranco, Axel solo podía ver niebla en la cima.

Desde lo mas alto de ese pico, los Cultistas lanzarían las rocas que solo hacía unos días, Axel había subido, arrastrándolas con el arnés.

No estaba permitido apartarse, no estaba permitido protegerse, aunque ¿para que?, hablamos de enormes rocas cayendo desde lo mas alto de la montaña, en concreto treinta.
Poca protección podría conseguirse.
Las rocas empezaron a caer casi todas a la vez, mientras Axel empezaba a carcajearse, reírse si estaba permitido al parecer.



-¡Ja Ja Ja Ja!, que mis carcajadas se escuchen en los Dominios de Ysgard! ¿¡ME OYES KORD!? ¡Ja Ja Ja Ja! ¿¡escuchas mi carcajada frente al peligro!?-



El bárbaro pensaba el los valientes paladines que las leyendas sureñas ensalzaban. Hombres sin miedo, héroes de reluciente armadura.



<<¡Aquí quiero yo verlos, Ja!>> Pensaba Axel entre carcajadas mientras las rocas caían a escasos pies de su posición.

Dos de ellas llegaron a rozar su brazo, dejándolo entumecido y en carne viva, pero sin saber si fue de forma intencionada o no, la puntería de los Sacerdotes no fue suficiente para aplastar al aspirante.

Axel quería pensar que fallaron intencionadamente, pero nunca supo a ciencia cierta la verdad.

Durante una estación entera, Axel Talysker terminó su aprendizaje enfrentándose a otros sacerdotes en peleas y competiciones físicas. Carreras, pulsos e incluso apuestas sobre ingesta de cerveza y leche de cabra fermentada.
Las Runas de poder fueron tatuadas en su piel. En los brazos, el pecho y los laterales de la cabeza. Cada una de ellas representaba uno de los dominios que Axel había demostrado merecer.
Era el momento de dar uso a las runas, tallarlas en gemas y fósiles o representarlas con movimientos rituales para canalizar la voluntad de Kord.

Sucesos.

-Me dejaron al Dragón rojo a punto de caramelo y le rajé el cuello. Si sobrevivo será ofrendado a Kord.

-La batalla fue brutal pero se ha conseguido que la ciudad siga existiendo. Me han pagado bien, no me quejo. La horda resultó ser una valiente mierda.

-Me piden muy educadamente que me suicide, viajando al norte a por el señor de las sierpes en su bastión. Voy a ir, soy así de idiota, solo espero poder convencer a mas idiotas. Ahora mas que pagar ya...nos prometen hasta las calzas de su propia madre.

-Volvemos del Bastión, han muerto tres, la muchacha es una pena, el calvo no me caía muy bien. Relen era muy útil, aunque algo afeminado con su túnica y su parche de comediante. Todo ha reventado. Volvemos a Bayas Rathu, a ver que preparan los buitres sureños.

-Lord Jaarmal cumple su palabra, un Templo en honor a Kord, supera mis expectativas. Al entrar a la ciudad con Xhumira aparece Relen. El chispas usó uno de sus trucos y sigue vivo, aunque imagino que su cara será como un estofado de jabalí de hace tres días.


-Tengo muchas cosas que hacer, entre ellas supervisar las reformas del Templo de Kord. Al final ahora he pagado yo una buena suma, ademas de puta puse la cama. No me quejo.