Post by Gwyn on Aug 25, 2021 4:40:34 GMT 1
Nasshandraa observaba los fuegos del templo, del recibidor allí donde algunas veces reposaba y acudía para estar lejos del ruido de la ciudad, además de era necesaria que la viesen allí de vez en cuando. No eran fuegos normales. Siempre ardían, aunque no emitían calor. Aunque eso era un conjuro bastante conocido, sabía que ese fuego no era ordinario. No se trataba de ese conjuro en específico. Se trataba de una versión enseñada en la escuela de la Diosa bruja a la que no tenía acceso ni quería tenerlo. Peor despertaba en ella su interés en crear su propia versión; un fuego frio que arde siempre pero que lo hace en este plano y en el plano etéreo al mismo tiempo. Un fuego que a ojos mortales solo es una simple llama, pero que, para los fantasmas, espectros y almas errantes. Es un luz cegadora e incómoda que sirve como barrera. Llego a esa conclusión, era lo que ella quería y el fuego que tenía enfrente parecía arder sin combustible y tener un propósito mayor que iluminar, solo debía observarlo, estudiarlo un poco más y después, desarrollar el suyo. Desde aquel momento, Nasshandraa, estudiaba cada día las llamas, sin tocarla, simplemente las observaba. Estando cerca de las llamas mágicas, Nassshandraa aprovecho para estudiarlas detenidamente, las observo durante horas cada día, examinando el contraste de rojo y negro, la sombra que daba, el radio de luz que emitía, tratando de descifrar su funcionamiento.
El tiempo era algo irrelevante para Nassshandraa que concentro su actividad en observar la llama, cuando regresaba a la academia, intentaba replicarla, pero para ello debía aprender más sobres los fantasmas y sobre el mismo plano etéreo, así que extendió sus estudios a ese ámbito. Cuando encontraba tiempo, debatía con Relen sobre las manifestaciones incorpóreas, sus debilidades y fortalezas, así mismo y aunque sonara un poco extraño. Su conducta y comportamiento. El cómo existían a la vez en dos planos superpuestos, esto también llevo a largas charlas y teoremas sobre el plano etéreo, su funcionamiento y el cómo estaba dispuesto en correlación con el plano material. La elfa no tardo en comprender (si no tardar, implica estudiarlo durante meses) que la llama en si misma existía en ambos planos como los mismos incorpóreos. Pero que manifestaba su verdadera naturaleza solo en el plano etéreo. Si quería lograr manifestar la llama, debía utilizar un catalizador adecuado. Algo que conectara dos mundos. Fue así como comenzó a realizar pruebas, mientras escriba los ensayos y adecuaba los versos en draconico, para dar forma tangible a la llama.
Probo con multitud de componentes materiales, lo primero fue utilizar los restos de una mortaja, un sudario cargado de energía negativa. Si bien la llama parecía arder, lo hacía con mucha intensidad en el plano material y emita cierta radiación nociva a los seres vivos. Esto no era lo que buscaba de momento, aunque sin duda no lo descartaría de cara al futuro. Después, intento usar un componente inusual, bastante extraño y caro de conseguir: restos de sombra. El efecto fue bastante similar a lo que buscaba, pero por alguna razón. La llama parecía desintegrarse sobre sí misma, helándose y convirtiéndose en fragmentos al poco de ser creada, no parecía conectada al plano etéreo, en vez de ello se conectaba al plano sombrío.
El tiempo era algo irrelevante para Nassshandraa que concentro su actividad en observar la llama, cuando regresaba a la academia, intentaba replicarla, pero para ello debía aprender más sobres los fantasmas y sobre el mismo plano etéreo, así que extendió sus estudios a ese ámbito. Cuando encontraba tiempo, debatía con Relen sobre las manifestaciones incorpóreas, sus debilidades y fortalezas, así mismo y aunque sonara un poco extraño. Su conducta y comportamiento. El cómo existían a la vez en dos planos superpuestos, esto también llevo a largas charlas y teoremas sobre el plano etéreo, su funcionamiento y el cómo estaba dispuesto en correlación con el plano material. La elfa no tardo en comprender (si no tardar, implica estudiarlo durante meses) que la llama en si misma existía en ambos planos como los mismos incorpóreos. Pero que manifestaba su verdadera naturaleza solo en el plano etéreo. Si quería lograr manifestar la llama, debía utilizar un catalizador adecuado. Algo que conectara dos mundos. Fue así como comenzó a realizar pruebas, mientras escriba los ensayos y adecuaba los versos en draconico, para dar forma tangible a la llama.
Probo con multitud de componentes materiales, lo primero fue utilizar los restos de una mortaja, un sudario cargado de energía negativa. Si bien la llama parecía arder, lo hacía con mucha intensidad en el plano material y emita cierta radiación nociva a los seres vivos. Esto no era lo que buscaba de momento, aunque sin duda no lo descartaría de cara al futuro. Después, intento usar un componente inusual, bastante extraño y caro de conseguir: restos de sombra. El efecto fue bastante similar a lo que buscaba, pero por alguna razón. La llama parecía desintegrarse sobre sí misma, helándose y convirtiéndose en fragmentos al poco de ser creada, no parecía conectada al plano etéreo, en vez de ello se conectaba al plano sombrío.
El Fuego ardiendo en el plano Etéreo
Las pruebas continuaron y entonces Nassshandraa, comprendió que debía utilizar un componente que estuviese unido a ambos de planos de cierta forma, que estuviese en constante contacto con seres incorpóreos y que dada su naturaleza fuese capaz de existir en el plano etéreo. Salvo los restos de un incorpóreo, no tenía muchas opciones, así que una noche, camino en soledad hacia al cementerio. Sus ojos rojizos contemplaban un amplio espectro del mismo. Se concentró y sintió los restos de la energía de los ecos. Era sutil, pero impregnaba el mismo aire. Camino hacia una de las tumbas y se sentó frente a ella. Tal y como hiciese con la llama en el templo de Wee Jas, estudio el lugar, el aire enrarecido, los surcos en la piedra de las tumbas, las plantas marchitas, la tierra húmeda y removida. Fue entonces cuando cogió entre sus manos, un puñado de tierra, esta se le escurrió entre los dedos. Podía sentir el remanente del poder en la misma, había caído en el error de pensar que una llama mágica necesitaba arder como una física. La tierra del cementerio sin duda, sería un buen componente, cargado de una energía sutil, pero constante día a día. La hacía un “combustible” perfecto.
Regreso a la academia con aquello que buscaba y se dispuso a realizar las pruebas, la tierra conducía a la perfección la energía, la llama se manifestaba lúgubre y fría en el plano material, casi intangible y en apariencia distante, no emita luz como tal y parecía más una sombra. No obstante, cuando comenzó a realizar pruebas con ayuda de Relen, noto que la llama ardía con intensidad en el plano etéreo. Varios estudios y pruebas dieron como resultado una pantalla luminosa en el plano etéreo, que cumplía el efecto deseado. La llama había sido replicada, al menos bajo su propia percepción. Solo podría recrear una a la vez en un solo lanzamiento, pero dedujo que con más conocimiento podría intensificarla e incluso en un futuro quizá podría mejorarla. Con el conocimiento adquirido y el dominio de la llama, procedió a inscribir el conjuro en su libro. A diferencia de las llamas rojizas del templo, la llama de Nasshandraa era de un tono negruzco de bordes violetas. Pensó en como la llamaría, no era igual a las llamas mágicas del templo. Después de todo lo había creado ella misma, pensó en algo que le pareció adecuado y finalmente le llamo “Fuego Espectral de Vaelor”.