Post by Gwyn on Sept 20, 2019 7:19:32 GMT 1
El joven limpiaba con nerviosismo una maza que relucía ante la luz de la luna que se colaba por la ventana de la Capilla del Sagrado Reposo. No parecía muy hábil al blandirla y sus ropas medio raídas parecían más las de un campesino que la de un devoto de fe, aun así, el símbolo dorado de Pelor estaba bordado en la tela por una mano inexperta. El hombre miraba de vez en cuando por la misma ventana, mientras atraía las miradas de un grupo cercano, cuyas impolutas armaduras tenían grabado las filigranas de Pholtus. Un hombre rubio cuya espada parecía no haberse usado en su vida observaba al iniciado Pelorita en una mezcla de asco y desconfianza.
—No entiendo por qué Sir Reinhardt nos hace venir a esta capilla mugrosa — declaro uno de los hombres a su lado, un joven bajito de piel cetrina y cabello negro como la noche.
—Calla ya, Jaco, como te escuchen refiriéndote a este lugar así… Pese a lo que parece, es una Capilla consagrada de Pelor. — Llamo la atención un hombre más corpulento embutido en una hermosa armadura con una alabarda a su espalda, de sencillo pero efectivo diseño, una media luna de acero fijada en un mango de madera, la hoja brillaba solemne pero silente con la suave luz que entraba por la ventana, creando la ilusión de una selene semi circular que se proyectaba sobre el suelo. La tez del hombre era férrea, segura y de reproche hacia Jaco.
—Lo siento Samuel, no… pretendía… — Sus palabras quedaron interrumpidas a la mitad, cuando una comitiva de hombres accedió con estruendo a la capilla, una mezcla extraña de guerreros bien armados, pero distintos entre sí, como una sinfonía mal ejecutada. Algunos parecían más barbaros de las estepas que guerreros de Lual Thyr, mientras que el hombre que parecía Liderarlos, un caballero de pelo entre cano y armado con un enorme montante, se dirigía en tono terroso y chabacano a un hombre entrado en años.
—Baulus, viejo bastardo ¿has limpiado este lugar hoy? Parece más agradable que de costumbre. — El ceño de Samuel se frunció de forma pronunciada, cuando este se dirigía a al anciano como “Baulus” y “viejo bastardo” siendo este el sacerdote de la capilla. Sin embargo, el anciano, lejos de parecer irritado o molesto, sonrió al hombre.
—Ah mi buen Velek de Blank, que concurrida esta la capilla estos días ¿no crees? — indico Baulus señalando el interior de la pequeña capilla. —Aunque creo que el protocolo también es importante — señaló un joven a su lado, se trataba de Bornick el hijo de Baulus e iniciado de Pelor.
Mientras los hombres hablaban y discutían el día a día de la capilla y de los muelles, los Pholtans les observaban como quien observa animales tras barrotes, y a pesar de que sus bocas no emitían palabras, sus rostros representaban un teatro singular que contaban la escena. Algo que llamo la atención de uno de los paladines de Pholtus, fue un joven vestido con una elegante, aunque no tan ostentosa túnica azul y en cuyas mangas se podía ver grabado el símbolo de una moneda dorada. Mejor hablado sin duda que Velek de Blank. Por sus conocimientos, supo que se trababa del símbolo de Zilchus, Dios del prestigio y los negocios. Así como la comitiva que acababa de llagar no era otra que hombres de la casa Blandenk, aunque al paladín se le antojaban más un grupo mercenario que una casa noble.
—Pues a mí me parece toda una proeza reunir a todos estos hombres para tan noble labor — musito una mujer flaquita que cogía con fervor el símbolo del sol dorado, mientras sonreía afable a cuantos llegaban.
—Ay, Flena, se nota que eres bastante poca cosa para contentarte con nimiedades… ¿y tú eres una de las que va ir con nosotros? — El hombre de la casa Blandenk alternaba la vista entra la mujer y Baulus.
—No entiendo por qué Sir Reinhardt nos hace venir a esta capilla mugrosa — declaro uno de los hombres a su lado, un joven bajito de piel cetrina y cabello negro como la noche.
—Calla ya, Jaco, como te escuchen refiriéndote a este lugar así… Pese a lo que parece, es una Capilla consagrada de Pelor. — Llamo la atención un hombre más corpulento embutido en una hermosa armadura con una alabarda a su espalda, de sencillo pero efectivo diseño, una media luna de acero fijada en un mango de madera, la hoja brillaba solemne pero silente con la suave luz que entraba por la ventana, creando la ilusión de una selene semi circular que se proyectaba sobre el suelo. La tez del hombre era férrea, segura y de reproche hacia Jaco.
—Lo siento Samuel, no… pretendía… — Sus palabras quedaron interrumpidas a la mitad, cuando una comitiva de hombres accedió con estruendo a la capilla, una mezcla extraña de guerreros bien armados, pero distintos entre sí, como una sinfonía mal ejecutada. Algunos parecían más barbaros de las estepas que guerreros de Lual Thyr, mientras que el hombre que parecía Liderarlos, un caballero de pelo entre cano y armado con un enorme montante, se dirigía en tono terroso y chabacano a un hombre entrado en años.
—Baulus, viejo bastardo ¿has limpiado este lugar hoy? Parece más agradable que de costumbre. — El ceño de Samuel se frunció de forma pronunciada, cuando este se dirigía a al anciano como “Baulus” y “viejo bastardo” siendo este el sacerdote de la capilla. Sin embargo, el anciano, lejos de parecer irritado o molesto, sonrió al hombre.
—Ah mi buen Velek de Blank, que concurrida esta la capilla estos días ¿no crees? — indico Baulus señalando el interior de la pequeña capilla. —Aunque creo que el protocolo también es importante — señaló un joven a su lado, se trataba de Bornick el hijo de Baulus e iniciado de Pelor.
Mientras los hombres hablaban y discutían el día a día de la capilla y de los muelles, los Pholtans les observaban como quien observa animales tras barrotes, y a pesar de que sus bocas no emitían palabras, sus rostros representaban un teatro singular que contaban la escena. Algo que llamo la atención de uno de los paladines de Pholtus, fue un joven vestido con una elegante, aunque no tan ostentosa túnica azul y en cuyas mangas se podía ver grabado el símbolo de una moneda dorada. Mejor hablado sin duda que Velek de Blank. Por sus conocimientos, supo que se trababa del símbolo de Zilchus, Dios del prestigio y los negocios. Así como la comitiva que acababa de llagar no era otra que hombres de la casa Blandenk, aunque al paladín se le antojaban más un grupo mercenario que una casa noble.
—Pues a mí me parece toda una proeza reunir a todos estos hombres para tan noble labor — musito una mujer flaquita que cogía con fervor el símbolo del sol dorado, mientras sonreía afable a cuantos llegaban.
—Ay, Flena, se nota que eres bastante poca cosa para contentarte con nimiedades… ¿y tú eres una de las que va ir con nosotros? — El hombre de la casa Blandenk alternaba la vista entra la mujer y Baulus.
Bajo Sacramental; Muralla de Roca Interior
—La van a matar Baulus, será la primera en caer. —
—¿Qué pasa? ¿Que no soy suficientemente digna o qué? Soy tan capaz como cualquiera, la fe me protegerá — Dijo la mujer alzando el símbolo de Pelor como si fuese un escudo con púas. —Además creo que el Caballero Reinhardt hará una buena labor, tiene iniciativa y un carácter férreo, lo he oído hablar con Lord Baulus y parece un buen hombre, tan elegante y tan, tan... —
El hombre rodo los ojos y se froto el tabique nasal con frustración, a la vez que pensaba —(mujeres, seguro que le gusta el niño Reinhardt) —
Cuando la guerra de egos estaba en su punto álgido, un gran estruendo rompió el silencio nocturno a las afueras de la capilla, el ruido de las coses de varios corceles se hicieron presentes y una gran fuerza arribo al frente de la misma, hombres y mujeres de armaduras relucientes, los caballos vestían tabardos blancos con la heráldica dorada de dos martillos cruzados dentro de un sol brillante que hacía las veces de brújula. El símbolo de la Casa Marsela. La gran comitiva accedió a la capilla como un trueno uniforme que retumbaba con cada paso dado el empedrado, junto a ellos y encabezando la marcha estaba Bennett cuyo semblante era serio, sus ojos verdes se enfocaron con frialdad en la sala y de no ser porque asintió con respeto en dirección de Baulus, Flena pensaría que podría haber helado los pebeteros, aunque esta última le sonrió con cierta gracia.
Los respectivos líderes de cada comitiva asintieron firmes ante la llegada Bennett y todas las miradas se posaron en este, después de todo él, los había hecho reunir en aquel lugar como primer paso para la causa por las que le recluto en sus respectivos templos y casas, siguiéndole algunos por interés otros por curiosidad y otros tantos porque veían justa su labor. El silencio se prolongó por un rato, como si Bennett esperase algo y antes de que alguien rompiera el sepulcral silencio que se había originado tras su llegada, irrumpieron en la capilla tres hombres de armaduras ligeras, ballestas pesadas a la espalda y mazas a la cintura, con grandes sombreros de ala ancha y que parecían bastante curtidos, uno de ellos parecía cojear de una pierna, pero no por ello parecía menos ágil, además de la maza, portaba una espada larga, mientras que otro de ellos con protecciones adicionales de metal, portaba un gran tridente que sobresalía por su espalda y le sacaba dos cabezas. Los tres hombres portaban el símbolo de una espada negra llameante.
—Muy bien, ahora si estamos completos. — Hablo finalmente Bennett, su voz de hierro retumbo en el acero y en la roca, mientras todos le seguían mirando y algunos otros observaban con curiosidad a los tres recién llegados.
—Hombres y mujeres del sagrado Pelor, que nos reciben en vuestra casa. Lictores, Caballeros y Paladines de la luz de Pholtus, sagrados Caballeros del brillante Heironeous. Hombres de la ilustre casa Blandenk; hombres y mujeres de la insigne casa Marsela, valientes y aguerridos cazadores de San Bane. — Alzo la voz Bennett como un eco que transmuta por la roca y reverbera con fuerza.
—Les he reunido aquí con la causa de la Ley inflexible, la sagrada luz de plata y el beneplácito de su excelencia Lady Galatea de Marsela, como abanderado de su casa. Con la sagrada labor de destruir el mal que mora en Bajo Sacramental y que mientras hablo, ahora mismo acecha en la oscuridad. —Su mirada se paseaba por los distintos grupos. —Hoy, daremos el primero de muchos golpes a dicha oscuridad, que la unión de nuestra fe y de nuestras hojas se alce con el filo de la verdad, la justicia y la luz imperecedera.
La seguridad del hombre parecía inspirar a aquellos que le habían seguido, mucho se especulaba de sus últimos movimientos por la ciudad, algunos incluso le consideraban loco, pero lo cierto era que Bennett no tenía nada de loco, al menos en apariencia, era un joven calmado, decidido, de devoción absoluta y fervor incondicional hacia Pholtus y sin embargo, el mismo se cuestionaba sus últimas reuniones con cierta mujer, pese a todo le había dado buenas ideas y debía cumplir con las ordenes de Lady Galatea, ya no solo para complacerle, si no por voluntad de los Dioses, era su deber.
—El ataque dará lugar una hora antes del amanecer y lo haremos de forma táctica, aquellos con la fe de sus Dioses permanecerán a mi lado conjuraremos toda la fuerza de la luz sobre el Bajo Sacramental, específicamente esta noche la Cara exterior e interior de Lual Thyr, dividida por la Muralla de Roca — Bennett extrajo el mapa y señalo la zona. Indicando el lugar concreto y donde se apostarían los hombres.
Paladín de Pelor siendo rodeado por Necrófagos
Los clérigos de mayor rango junto con él, se distribuirían de forma táctica por el terreno, informándole si encontraban los talismanes y símbolos sagrado de la Triada, especialmente de Pholtus, pues era su idea renovarlos, volviéndoles a consagrar. A su vez, los hombres de armas y los mercenarios de San Bane se apostarían en las entradas de los Mausoleos. Juntos a los iniciados que les asistirían con curaciones, por su lado los paladines y otros guerreros se encargarían de cubrir a los clérigos de mayor rango mientras conjuraban. Este sería el primer ataque y serviría para evaluar el desempeño de los hombres y cómo funcionaban en conjunto. El tiempo apremiaba y no había podido dar con Jace y con Tanya para la operación, le hubiese gustado contar con el consejo de Stella en ciertos asuntos, pero también había desaparecido. Fuera como fuere, no podría perder más tiempo y quizá se unieran a él o no, en los próximos ataques. Bennett coordino con los líderes de cada grupo, asignando voces que repartirían las ordenes. Se habían avistado solo a unos Necrófagos e incluso algunos incorpóreos. Pero si sus adivinaciones eran correctas y las indicaciones de Pholtus acertadas, algo más se escondía bajo los mausoleos. Posibles nidos de Necrófagos. La idea era ir cercando las zonas del cementerio con tierras consagradas, para finalmente concentrar un ataque masivo en las zonas más peligrosas. Las voces no se hicieron esperar, algunos debatían las tácticas o proponían formaciones, algunos más inexpertos simplemente asentían con fervor, tras dar las ultimas indicaciones hizo entrega de varios pergaminos a los clérigos.
—y ahora, oremos en nombre de nuestros Dioses, de la Triada, de Pholtus. — Volvió a elevar la voz Bennett. —Encomendemos nuestros actos a ellos, pues somos hijos de su voluntad. —
O Pholtus, O Luz de plata cegadora,
Brillante es tu sabiduría
¿Quién nos ayudará a derrotar a los herejes?
Oh luz cegadora.
Danos la luz del día
Como nos fue prometida de tu mano
Danos la luz de la noche
Como te alabamos en Crepúsculo.
O Pholtus, O Luz cegadora,
Alabamos tu Palabra,
Defendemos tu honor,
Y revelamos tu luz.
Oh luz cegadora
Protégenos, tus fieles servidores,
Oh cegadora luz de Cielo estrellado,
Luz de plata, sustancia divina de la creación.
Brillante es tu sabiduría
¿Quién nos ayudará a derrotar a los herejes?
Oh luz cegadora.
Danos la luz del día
Como nos fue prometida de tu mano
Danos la luz de la noche
Como te alabamos en Crepúsculo.
O Pholtus, O Luz cegadora,
Alabamos tu Palabra,
Defendemos tu honor,
Y revelamos tu luz.
Oh luz cegadora
Protégenos, tus fieles servidores,
Oh cegadora luz de Cielo estrellado,
Luz de plata, sustancia divina de la creación.
Cuando Bennett acabo los rezos y oraciones, tras el momento de reflexión y respeto, todos abandonaron la capilla para formarse afuera y comenzar la marcha hacia la zona del cementerio que se ubicaba cercana a la capilla del sagrado reposo. La decisión de Bennett de atacar durante la noche, parecía una locura, pero gozaba de todo sentido. Una hora antes del amanecer, sus conjuros consagrados a la luz imperecedera de Pholtus, que brillaba con intensidad incluso aquella noche. La marcha abatiría a todo muerto viviente que se encontraran en el camino, y los conjuros más poderosos llevarían tiempo en ser ejecutados, cuando estos hicieran el efecto deseado, el grueso de errantes se alzaría y abandonarían la seguridad de los Mausoleos, solo para encontrarse con la resistencia en superficie y estando ya arriba, el sol saldría como un paladín radiante para terminar con cualquier amenaza restante. También era cierto, que aquella táctica no funcionaría igual de bien en todos los casos, pero aquella noche y en aquel lugar, sí o eso pensaba Bennett con seguridad.
Llegados a cierto punto, Bennett entono un cantico en celestial, en sus ojos brotaba un fulgor plateado que se extendía por su armadura y una deslumbrante luz se hizo presente como motas de nubes iridiscentes, cuando el cantico acabo. Un ser canino de más de dos metros alto de hermoso pelaje blanco y ojos azul eléctrico se presentó. Blandía un gran mandoble plateado, pero lo más llamativo era el símbolo de Pholtus que parecía grabado en su pelaje como una marca bendita de nacimiento.
—Venid a mi Canarconte de la luna y las estrellas, heraldo de la gracia divina de Pholtus. A ti te suplico con humildad vuestra ayuda, para limpiar el mal de la no muerte de este lugar, en nombre de la justicia y de la sagrada luz de plata. Te ofrezco para esta tarea las más bellas joyas o la sangre por la sangre, sea la voluntad de Pholtus Egletes; el Sol de plata o de Pholtus Febo, la Luna radiante. Apelo a la justicia indomable de Raziel, bajo el cielo de platino. Que mis palabras sean dignas y sinceras, sea testigo Pistis Sofía bajo su verdad absoluta. Invoco para ello la esencia de los cielos estrellados. ¿aceptas entonces en vuestro juicio y parecer sernos de ayuda en nuestra cruzada? O Celestial ser. —
Canarconte de Pholtus
El Canarconte de ojos azules observo a Bennett, como quien mira a un ser más pequeño y desprotegido, rugió y alzo la espada de plata sobre su cabeza. Al tiempo que con una voz cuasi etérea y armónica sentencio. —Hijo mortal de la gracia de Pholtus, vuestras intenciones son buenas y en tus palabras hay verdad, te acompañan los hijos e hijas del sol y de la luna. Que tus palabras sean honradas, en la próxima estación harás penitencia en voto de honradez y de humildad consagrando bajo la figura misma y la mirada de Pholtus, una figura o fresco de los siete más puros y grandes. — Bennett asintió y elevo de nuevo la voz. —Sea entonces este nuestro pacto en ley y amistad, es mi promesa cumplir vuestra voluntad. —
Cuando el pacto fue sellado, el Canarconte de blanco pelaje, blandió el mandoble, mientras aullaba y ante los ojos de los presentes, otros dos similares a él se hacían presentes en volutas de luz. Quedando a disposición del clérigo. Ante la visión, muchos se sintieron honrados, algunos de los jóvenes se inclinaban ante los canes celestiales, mientras otros lo hacían desde el honor blandiendo e inclinando sus armas.
Al llegar a la zona no consagrada de la zona exterior, la luz de la luna iluminaba radiante el lugar, testigo mudo de lo que aquella noche sucedería. Los gruñidos de los Necrófagos eran transmitidos por el viento en una endecha de muerte, a los más inexpertos les temblaban sus armas en las manos, mientras otros demostraban temple y serenidad. Mientras andaban, alerta a la espera de un ataque. Se hicieron presentes de la nada multitud de incorpóreos y fantasmas que se abalanzaron sobre los vivos. El sonido de multitud de hojas benditas abandonando su vaina no se hizo esperar y entre canticos, oraciones y destellos de acero y plata, eran devueltos al etéreo, acompañados de los rugidos de los canarcontes.
Bennett había ordenado reservar las expulsiones y ciertos conjuros a los clérigos e iniciados. La historia se repitió que patrullas de Necrófagos que no fueron rivales para hombres y celestiales armados, muchos de ellos incluso caían en carrera abatidos por la experticia de los cazadores de San Bane, que les abatían con certeros virotes ungidos en agua bendita. El grupo organizado encontró talismanes y figuras dedicados a Pholtus, Pelor e Heironeous que había perdido su poder consagrado, algunas yacían semi enterradas, otras rotas o muy deterioradas. Sin embargo, la zona exterior. Una amplia zona llena de tumbas sin nombre, maleza, zarzas y arboles mustios sin hojas. No presentaba una corrupción avanzada, y los no muertos solo deambulaban en las zonas más céntricas donde el poder de los Dioses había menguado. Aquellas fuerzas desperdigadas y pequeñas patrullas, no fueron rivales para la unión de las luces que bajo una misma antorcha deslumbro Bajo Sacramental aquella noche, purgando en su totalidad las tierras de la cara exterior en su paso.
Finalmente, el grupo diviso la zona de los Mausoleos de la cara interior, dividida por lo que se conocía como la “Muralla de Roca” alejada de la capilla y protegida en sus lindes por la casa Blandenk tal y como se divisaban en el mapa, eran tres. Uno grande y central medio anegado y dos más pequeños, rodeados de tumbas. La zona estaba muy mal cuidada, lo setos llegaban a ser tan altos como la mitad de la muralla y una maraña de raíces se entretejía por el suelo como una enfermedad, la zona parecía más un pantano apestoso que una cripta; a lo lejos se podía apreciar tras la muralla, varias casas y chabolas de la zona baja urbanita de los muelles. Hombres y celestiales barrieron la zona de aproximadamente 300 metros y de nuevo un patrón se repetía, las zonas más cercanas a los muros, colindantes con las patrullas de la casa Blandenk permanecían limpias, mientras que la zona más céntrica, cercanas al Mausoleo era más lóbrega, Bennett no pudo evitar sentir la corrupción creciente que se cernía en el aire, y en el mismo suelo. Como si una sombra oscura se filtrara bajo sus pies.
Los clérigos de mayor rango y el mismo se dispusieron por la zona delimitada de forma táctica, mientras las fuerzas de choque; guerreros y paladines, se apostaron junto con los cazadores de San Bane, en las entradas de los Mausoleos los iniciados permanecerían tras estos para asistirles en protecciones y sanaciones. Los Canarcontes se situaron entre los clérigos de mayor rango, cerca de Bennett para protegerles como guardias, con una fiereza y lealtad sin igual. Del interior de las criptas voces cavernosas y lastimeras podían oírse al compás de andares lentos y pies arrastrándose en la oscuridad. Entonces dio comienzo la operación “Mil Estrellas” Bennett junto con los clérigos de mayor rango del templo de Pholtus, de la casa Blandenk y de la casa Marsela. Poderosos clérigos de Pelor y Mayaheine.
Haciendo uso de pergaminos, poderosos conjuros y canticos, los viales de agua bendita y agua axiomática estallaban entre sus manos rodeados de sustancia divina y se elevaban al cielo en decenas, cientos y miles de pequeñas gotas perladas que parecían estrellas de luz, en una mezcla de dorado y plateado. Al poco tiempo y frente a las criptas el cielo brillo aún de noche y grandes tormentas de agua sagrada y de ley comenzaron a caer empapando la tierra y mezclándose con el agua anegada que descendía por las entradas de los Mausoleos y se filtraba en la tierra. El aura de paz era innegable y muchos se sintieron fortalecidos y renovados ante la visión y el poder de los Dioses. Al comienzo todo fue solemnidad, pero al cabo de un rato gritos ahogados y gruñidos comenzaron a emerger lastimeros de las criptas. De la tierra y la raíces, comenzaron a brotar manos y cabezas de no muertos que se arrastraban desde las profundidades quemados y atormentados por la incesante caída de agua bendita.
Clérigo expulsa muertos vivientes con el poder de su fe durante el fragor de la batalla
Justo lo que Bennett esperaba, dio la señal y grandes muros de luz rodearon el perímetro, muros de protección contra el mal que no permitirían que ninguna de las criaturas huyese y atacaran en represalia las zonas más alejadas. Al mismo tiempo y con una coordinación casi milimétrica, auras de energía positiva se materializaban emanadas de los clérigos. El acólito Demetrius de Pholtus, asintió en conformidad a Bennett, netamente realizado ante los milagros que se obraban aquella noche, de vez en cuando observaba maravillado a los Canarcontes. Cuando las puertas de los Mausoleos se abrieron de par de par una gran cantidad de Necrófagos y zombis alcanzaron la superficie furibundos, la batalla dio comienzo en un grito de guerra que atravesó la calma de la noche, solo interrumpida por el ruido de las tormentas sagradas.
Los guerreros cortaban la carne putrefacta, Flena dio un grito aterrador cuando sintió que una mano huesuda le rasgaba la pierna desde abajo, se quedó paralizada viendo cómo decenas de manos de un enfermizo azulado emergían desde el fango y las raíces, y una de ellas le sujetaba con fuerza el tobillo que estuvo a punto de partirse, se no fuese porque Corban de Quitor, uno de los soldados de la casa Blandeck, corto con precisión la mano putrefacta al tiempo que halaba a la mujer de un tirón, esta lo miro aterrada, superada por las circunstancias y corrió junto a los otros iniciados dejando un silencioso agradecimiento en el aire.
La carne humeante a causa del agua bendita de los Necrofagos parecía provocarles dolor a seres que ya no lo sentían, los paladines, espada en mano emitían oleadas de energía positiva a la vez que atravesaban y cercenaban carne y huesos. Samuel abanicaba la alabarda con tal presteza, que Jaco pensó que no debía si quiera pensar en desebodecerle, observo la hoja temblorosa entre sus manos y la espada estuvo a punto de caérsele cuando uno de los muertos se le abalanzo, pero fue repelido por un conjuro de sanación que le quemo el rostro, cuando se giró, observo sonriente al humilde iniciado de Pelor, que horas atrás limpiaba la maza con nerviosismo y cuyas ropas raídas, ahora manchadas de barro él había osado criticar, el joven parecía más firme y sosteniendo la maza en alto le grito a Jaco.
—La fe nos protegerá, hermano. — Jaco se sintió miserable por haberle humillado antes y mientras se disculpaba ante los Dioses por su arrogancia, cogió la espada con fuerza renovada para unirse a los demás lictores.
Los iniciados asistían a los guerreros con sanaciones, amparados tras sus escudos. Y sin embargo la violencia de los necrófagos y el número era tal, que el miedo corroía los corazones de muchos, las heridas se incrementaban a cada oleada de Necrófagos, los cazadores experimentados de San Bane parecían los únicos sin miedo, disparaban con las ballestas y una mujer llamada Creia, lanzaba viales de colores con gesto desapasionado contra la marabunta de zombis. A última instancia abatían a los muertos espada y tridente en mano, uno de los Cazadores llamado Donovan con una mirada que destellaba justicia y una labor encomiable observaba tranquilo el campo de batalla, mientras corría de un lado a otro. Dymas de Mayaheine, no tuvo tanta suerte, cuando superado por el número uno de los Necrófagos le arranco un tajo del cuello de un mordisco, se sostuvo el cuello con los ojos abiertos de par en par y su vida se escapó de su cuerpo con el último aliento antes de poder conjurar una sanación.
Cuando la marea de necrófagos se acercó a los clérigos, desbordando los laterales, los canarcontes aullaron y gruñeron, abalanzándose sobre ellos, blandiendo sus mandobles que parecían torrentes de luz que atravesaban a los muertos con energía sacra. Los clérigos no tardaron en demostrar en una gala de poder y unión de fe, una oleada de energía positiva tan potente que destruía a los no muertos apenas eran alcanzadas por ellas. Muchos observaban al joven Bennett que, a pesar de su edad demostraba una templanza y un poder asombroso, incluso tuvo tiempo para acercarse a Corban de Blandek, un guerrero fiel de Heironoeus y miembro de la casa del mismo nombre; que sangraba profusamente desde una herida en el abdomen y se le dibujaba un mordisco verdoso en uno de los brazos, pese a todo, seguía luchando, pero se detuvo cuando vio a Bennett acercarse y extender su mano brillante sobre él, eliminando toxinas, enfermedades y cerrando la carne mortal en líneas de color plata, mientras la hemorragia remitía, el hombre simplemente asintió, quiso decirle algo, pero cuando se giró Benentt regresaba corriendo junto con los demás clérigos.
Potentes expulsares canalizadas por las deidades de la luz y le poder del sol hacían olas de energía por todo el lugar. Y de nuevo los Dioses sonreían, cuando las tormentas comenzaron a cesar, el cielo dio la bienvenida al amanecer y en ese último instante de la cripta emergió un Señor Necrófago rodeado de Necrarios, la sola visión horrorizo a muchos soldados que corrieron hacia la seguridad de los muros de luz, sin embargo el sol en el cielo y docenas de filos empapados de agua bendita le hicieron frente en forma de paladines y cuando Bennett dio la orden, los tres canarcontes se abalanzaron contra él partiéndolo en tres partes. Uno de los canes, cogió a un Necrario que se abalanzaba sobre Bennett y lo lanzo con fuerza contra el muro de protección, desintegrándole en el acto mientras rugía con fuerza como un grito de guerra que los demás imitaron arrasando con los pocos necrófagos y necrarios que aún quedaban rezagados.
Cuando finalmente fueron abatidos, el agua se evaporo como si nunca hubiese existido, aunque Flena juraría que el agua anegada todavía emanaba oleadas de energía positiva. El grupo de clérigos y paladines, descendieron al Mausoleo y aniquilaron a las fuerzas restantes, que no habían sucumbido al agua bendita, los cazadores de San Bane, quemaron montones de raíces y túmulos de piedra con extraños viales de fuego alquímico, según decían eran nidos de los Necrófagos dentro de las mismas criptas. El ataque había sido un éxito, aunque ellos mismos admitían que había peligros mucho mayores y los retos serían mucho más complicados de ahora en adelante.
Al menos en esta ocasión no había habido tantas bajas, solo dos guerreros y una iniciada, que fueron resucitados en el acto por los clérigos. Bennett, aún bajo la mirada de los canes del cielo y de los otros clérigos, declaro su primera victoria en contra de la no muerte de Bajo Sacramental y entre canticos, honores, vítores y odas celestiales. Se sacralizaron los los Mausoleos y las zonas exteriores e interiores de Muralla de Roca. Muchos de los talismanes y figuras vieron renovadas sus energías sacras y muchos otros debían ser reemplazados. Con el sol en lo alto, como un padre que agradece a sus hijos por su labor. Bennett dio las gracias a todos y con una inclinación en su cabeza y una mano en el pecho se despidió de los Canarcontes que tras imitar el gesto desaparecieron en volutas de luz plateada.
Todos se merecían un descanso y se designó que la próxima reunión tendría lugar en la Casa Blandenk para planear el próximo ataque, se reunieron en la Capilla del Sagrado Reposo, para reponer fuerzas y descansar, mientras regresaban a sus respectivos lugares habituales llenos de júbilo. Baulus de Pelor, estaba tan impresionado como encantado de tener allí a todo un pequeño ejército dándole prestigio a su pequeña capilla, no tardo en transmitir sus alabanzas a Bennett, indicándole que quería hablar con él después. Quizá, las noticias de su éxito corrieran en voz de Lual Thyr y otros se unieran a la causa, con las Cara exterior e interior de Muralla de Roca consagrada, Bennett juntos con los efectivos de la casa Marsela regresaron a sus respectivos puestos a la espera de la próxima reunión, entre tanto había mucho que hacer, reuniones que concretar y duelos que batir, pero lo primero fue enviar diversas misivas sobre su éxito a los templos y santuarios de los Dioses para justificar la ausencia de sus efectivos y declarar su primer gran victoria, presentando también un informe al Venerable Tiberios Crassus con quien se reunió personalmente en el templo de los muelles, su actitud hacia a Bennett había cambiado ligeramente y se mostraba más receptivos a sus palabras. Bennett, esperaba encontrar apoyo adicional, pues sabía que el mal de Bajo Sacramental aún moraba en las zonas más profundas y este ataque exitoso había sido una declaración de guerra que no sería pasado por alto.